jueves, 19 de noviembre de 2009

Cecilia Podestá


Cecilia Podestá (Ayacucho, 1981). Siguió estudios de literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En poesía ha publicado Fotografías escritas (Premio Dedo Crítico, 2002), La primera anunciación (Ed. Ajos y Zafiros, 2006) y la plaquette Muro de Carne. Dirige el sello editorial de poesía Tranvías Editores y la librería taller Muro de Carne. También escribe dramaturgia, publicando en el 2003 la obra Las Mujeres de la Caja (Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos).





LA PRIMERA ANUNCIACIÓN
(extracto)

Yo quiero que ese niño nazca muerto, María,
Poco me importa ser el padre de un salvador
O el santo que acompañe tu vientre
Tocado por las manos ásperas
De un dios egoísta.
Él
Pondrá sobre tu hijo una corona de espinas
Y lo llevará hacia la cruz de los traidores
Lo llamarán:
El Rey de los judíos
Pero antes será arrastrado por su Jerusalén
Y envidiado por Juan, el hijo de tu prima Isabel,
A ser llamado El Bautista
Que tampoco nace aún en esta tierra
Y tiene ya un destino miserable.
El Tuyo se llamará Jesús
Y le pedirá a un hombre que lo lleve a la gloria
Rogará a un tal Judas que lo entregue a los fariseos.
Él venderá su deshonra
Por un lugar en la mesa de los apóstoles
Para la eternidad.
Y en la hora de su muerte
Tu hijo
Partirá hacia los brazos de su padre con dos ladrones,
Tendrá sed
Y morirá diciendo
Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.

María,
¿Quién te perdonará a Ti en la vejez?
¿Quién te dará otro hijo sin una
Muerte o dolor
Que se anuncie en la boca de un ángel perverso?
¿Quién te dará otro hijo que no sea arrebatado
Para el perdón de nuestros sabios pecados?

Por eso, joven esposa, yo quiero que ese niño nazca muerto.
Gabriel
Me ha dicho ayer en el taller
Que nunca serás mi mujer.
Gabriel te visitará mañana y no podrás ver su
Cola de Rata
O su perfil oscuro.
Te hará caer en la tentación de su dios en el exilio
Y serás la madre del que lleve a su pueblo
A vivir en la culpa de haberlo matado.

Tú los arrastrarás
A vivir escondidos en el temor de desobedecer
A un falso dios,
Que ríe sabiendo ya, que engañó a los hombres
Y les quitó el fuego.

Serás tentada, María,
Ascenderás a los cielos a descubrir una mentira
Y te arrepentirás de nunca haber sido mi mujer
De no haber aceptado hermosos vestidos
Ni bebido de mi saliva
Convertida en vino para tu garganta seca.
Serás tentada y yo te seguiré,
Pero escucha bien lo que te digo, niña de Nazareth,
Poco me importa ser el padre al que todos asuman como
El Salvador.
Poco me importa callar cualquier verdad o mentira,
O saber que los hombres serán engañados
Y adorarán a un demonio con piel de cordero.
Yo
Te seguiré en la tentación
Y cuando no mires
Tallaré un dios,
Un verdadero dios de madera para los idólatras.
Pensaré en el becerro de oro
Y reiré cuando los hombres adoren a tu hijo.
Y cuando no mires,
Cuando no pongas tus ojos sobre mí
Me tocaré,
Soñando con dormir alguna vez sobre tus piernas
Y, así no lo quiera
Seré convertido en el santo que acompañe
y adore tu vientre.
Escribirán sobre nosotros
Y estas palabras serán olvidadas mañana
Cuando Gabriel te hable
Y no puedas ver su cola deslizándose con belleza
Libremente por su lomo.

Caerás en la tentación
Y serás la madre de Jesús,
Yo, su padre.

Porque si nace llorando entre becerros y no muerto
Si nace en un establo y esperando reyes
Lo miraré a los ojos
Y lo llamaré: hijo mío
Le diré lo que tú quieras que él crea
Le haré saber que es el hombre entre los hombres
El hijo de Dios
Le señalaré el camino hacia Judas
Y él,
Hacia la cruz
Pero cuando ocurra la ascensión
Después de treinta días de haber resucitado
Y se sepa una mentira,
También se arrepentirá de no haber besado
A María Magdalena

Entonces verá a su verdadero padre y lo llamará traidor,
Deseará para Él y su risa
La cruz en la que padeció por su nombre.

Te verá a Ti con rabia animal en los ojos
Y te odiará por haber caído en la tentación
De Gabriel
Por no haber visto su cola
O su codicia ante una virgen.
Te reclamará
Madre, ¿qué destino desgraciado aceptaste para mí,
Qué maldición lanzaste sobre esos doce hombres de
Judea
Quienes creyeron que yo tenía una palabra para
Predicar?
Dime, ¿en qué maldición convertiste a Judas Iscariote
Que me vendió
Para que pudiera ser yo rey
Y seas Tú
La madre de los hombres?

Te llamará María
Y te preguntará por tu mala semilla.
No habrá suicidio que te quite la culpa
O cuerpo de Cristo,
Que en babilónicas construcciones,
Te expíe del pecado.

Pero yo, María,
Te amaré entre todas las mujeres
Entre todas las niñas vejadas o sagradas
Y tallaré en ésta -mi vejez-
Una virgen
Para tocar su piel de madera
Besar su boca de astillas

O bailar canciones paganas con su cuerpo rígido.

Entonces odiaré a tu único hijo
Será mi envidia un dardo sobre él
Por haber tocado con su carne tu piel interior
Y haber empezado su reino en tu vientre
Obteniendo tus lágrimas y la de otras mujeres.
Lo odiaré por haber llevado su boca
A tu pezón de niña
Para calmar el hambre y la sed.

Y me preguntaré
¿Cuándo lloraste por mí, esposa?
¿Cuándo apoye mi vejez sobre tus senos?
¿Cuándo toqué la piel de tus intestino




de LA PRIMERA ANUNCIACIÓN (2006)

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