jueves, 19 de noviembre de 2009

Damsi Figueroa

Damsi Figueroa (Talcahuano, 1976). En 1994 publica su primer libro de poesía, Judith y Eleofonte (Ed. Letra Nueva). Sus poemas han sido incluidos en varias antologías, entre las cuales destacan Poetas Chilenos para el Siglo XXI (Ed. Dibam, 1996), Ecos del Silencio (Ed. Mala Face, 1998) e Informe para Extranjeros (Colección Juan Ramón Jiménez, España, 2001). Su trabajo poético también se extiende al campo experimental de las instalaciones y el arte conceptual. En 1997 concluye la escritura de su poema Sobre los bellos durmientes, escrito sobre durmientes de 200 metros de línea férrea, en el pueblo de Hualqui. Su última publicación es Cartografía del Éter (Ed. del Temple, 2003).





HISTORIA DEL HOMBRE DE OCCIDENTE



Hizo cosas muy sencillas

bajar del árbol

encender la chimenea

dar la espalda al brillo de las llamas

caminar en la penumbra

Perdido dentro de sí mismo

inventó una pequeña teoría

fabricó un avión de papel con un boleto de micro

lo lanzó por la ventana

Buscó la clave, la razón de todo esto

Miró el reloj

y entre dos brillos apagados

destruyó su mundo

tan pequeño

solitario y tan sencillo.





APOCALIPSIS DEL MOTIVO



Toda la fauna reflejada en una fuente

La bestia con sus cuernos rotos

La bestia descamada

Semen sobre las plumas del cisne

Sobre su cuello blanco y su pico sepultado

Semen sobre su ala rota

Se desgranan las pupilas del cordero

Las vértebras del cisne, como frutos maduros en la fuente

Y tú, que solo imitas el dolor del ciervo herido

Nada puedes hacer para lavar la sangre de mis ojos

(Tú lengua está limpia)

Nada puedes hacer para que tu canto arda.






INVOCACIÓN A GABRIELA MISTRAL



Estás colgada.

El viento dice su canto a tu muerte.

Estás colgada y no quieres

los arrullos del viento que ama mecerte.

Te buscan las serpientes de mi abrazo.

Luciérnagas.

Cigarras.

Pimentales.

Nidos de grillos bajo tu alta cama.

Pan y mujer vieja

en país sin río se encontraban:

“Quiero volver a tierras niñas

llevadme a un blanco país de agua”

Para tu fábula no hay país. Yo solo te doy

esta música tan pobre,

este trastravilleo mío.

Es verdad que me cobijé en tu árbol,

que vagué por tu valle y que te he buscado;

busco la ley por la que han sido atadas

las gavillas maduras de tus versos.

Pero tú misma has roto esa ley y te esparces

en yepo, en esporas.

Un hilo de voz de alma vibra.

Flamea.

En gemidos atados, espasmos de lo que de tu canto queda.

Gabriela amada,

Estás colgada

y yo

no tengo una cuerda para atarme.
 
 
Poemas inéditos.

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